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Turismo: La playa bonita, Brasil


Recomendada por las principales guías de viaje como una de las 10 mejores playas del mundo, Jericoacoara es el destino ideal para desconectarse. En esta aldea no existen calles asfaltadas, bancos ni cajeros automáticos.


En los últimos años se viene hablando mucho de este lugar tan complicado para pronunciar de corrido, con casi todas las vocales y pocas consonantes que se repiten: Jericoacoara. Se trata de una de las playas más lindas del mundo, reconocida y recomendada por las principales guías de viaje. Está localizada a 300 kilómetros de la ciudad de Fortaleza, capital del estado de Ceará. Su lejanía implica tener que realizar varias combinaciones aéreas y terrestres para acceder hasta este verdadero tesoro de arena y mar.

El pueblito nació en la década de 1920 como una pequeña villa de pescadores, con apenas algunas casas que se perdían entre dunas y palmeras. A fines de la década de 1970, “Jeri” –como lo llaman sus pobladores– fue descubierto por hippies y trotamundos que descargaban sus mochilas y pernoctaban durante varios días en aquellas remotas arenas blancas, acariciadas por las cálidas aguas del Atlántico. Rápidamente, este nombre empezó a circular entre los viajeros, y el negocio del turismo nació con las primeras posadas que se abrieron para ofrecer las comodidades básicas de una estadía ideal para buscadores de destinos solitarios.




Camino a “Jeri”


Desde Fortaleza, hay una ruta que nos lleva hacia este confín de la costa brasileña. Por pavimento, llegamos hasta Jijoca, donde tuvimos que cambiar de transporte para subirnos en una jardinera, vehículo abierto y rústico con el que iniciamos nuestra aventura. Hacemos el último tramo de poco más de 20 kilómetros por caminos de arena que suben y bajan por dunas. Estamos en pleno Parque Nacional Jericoacoara y la ansiedad por llegar a nuestra playa soñada se hace cada vez mayor. 

Parte del paisaje. Los burros caminan libremente por las playas de "Jeri". (Christian Quinteros)

Ya casi de noche, comienzan a aparecer las primeras lucecitas de este apacible pueblo. La jardinera llega hasta el centro de “Jeri”, se detiene y, por fin, nos bajamos para pisar arena firme. En esa especie de terminal improvisada hay muchos adolescentes locales que nos dan la bienvenida, mientras aguardan nuestro descenso de la jardinera para ofrecerse a llevar nuestro equipaje y guiarnos por el camino directo hasta nuestra posada. Sólo hay que tener cuidado a la hora de negociar la cantidad de reales que suelen pedir, y que estamos dispuestos a pagar. La recomendación, para evitar sorpresas, es preguntar telefónicamente en nuestro hotel contratando el precio racional por ese servicio. 

Atardecer. Puesta del sol desde las dunas de arena. (Isabel Poulin / 123RF)

Playas y lagunas 

Una estadía de varios días es lo ideal para conocer Jericoacoara y recorrer todas sus playas. En pleno centro de la villa está la más buscada. Desde las primeras horas, se llena de turistas que se instalan debajo de sombrillas y en reposeras que, por pocos reales, se alquilan hasta el atardecer. Allí cerquita se encuentra la gran Duna do Pôr do Sol, impresionante montaña de arena de 28 metros de altura a la que todos llegan en horas del ocaso para observar desde su cima el espectáculo del mar teñido de púrpura. 


Otra opción es escaparnos desde bien temprano hasta Pedra Furada, ya sea caminando por la costa o yendo a pie o en sulky por el Camino del Cerrote. Esta es la playa emblemática, donde se encuentra una mole de piedra que llega hasta el mar, y en cuyo centro hay una caverna a la que se ingresa por un gran hueco, producto de la fuerza y los golpes que las olas del mar ejercen. En los atardeceres de julio, gracias a la alineación de los astros, se ve al sol justo en medio del círculo.

Alquilar un buggy también resulta divertido y es la manera para andar por las dunas y la arena. Con estos vehículos podemos recorrer los alrededores de “Jeri”, los cuales ofrecen paisajes encantadores. Los viajes hasta las lagunas Paraíso y Azul permiten disfrutar de un día de sol y playa, pero con la variante de bañarnos en estos piletones que se forman con las lluvias. Durante abril y mayo, son intensas; concluyen con la llegada del invierno. Esta es la época ideal para disfrutar de esos espejos de agua dulce.

El pueblo sepultado 

El viaje hasta las lagunas también ofrece otra experiencia para espíritus aventureros. Atravesamos el río Guriu con el buggy montado en una balsa, para luego entrar en una zona de manglar seco, serpenteando un sendero por donde solo pasa nuestro vehículo en medio de ese enjambre de árboles que echan sus raíces en la costa de esos ríos tropicales. 



Así, llegamos a la Vieja Tatajuba, un pueblo que fue enterrado bajo la arena hace 40 años. Una parada obligada en el puesto de artesanías de Doña Delmira, personaje testigo de aquellas vivencias que cuenta la historia del lugar. “Las dunas taparon todas las casas hasta la iglesia, que era lo más alto del pueblo.  Fue un proceso lento que duró unos 15 años. Los moradores se resistían a abandonar el sitio, pero finalmente hubo que mudar el pueblo. Ahora, en Nueva Tatajuba, viven unas 1.200 personas y hay una iglesia que es la réplica de la antigua”, cuenta la mujer.

“Jeri” a la carta

Vale la pena. Algunos recorridos para tener en cuenta.


Árbol de la pereza. Jericoacoara tiene varios símbolos que podemos ver reproducidos en postales y fotografías. El Arvore da Preguiça (“Árbol de la Pereza”) es la parada obligada en los paseos en buggy. Se trata de un arbusto con forma de árbol cuyo tronco inclinado por el viento hace que sus ramas dobladas reposen sobre el suelo.

Como un oasis. Entre las enormes dunas se forman lagunas de  aguas cristalinas. (ostill / 123RF)

Tablas y velas. Los amantes de los deportes acuáticos encuentran aquí el destino predilecto para la práctica kitesurf en zonas específicas que están indicadas para ingresar únicamente con tablas que son tiradas por velas tipo parapentes.

Datos útiles


CÓMO LLEGAR: desde Córdoba, se puede llegar con vuelos a Fortaleza a través de Gol Líneas Aéreas y Latam; breves escalas en San Pablo o Río de Janeiro, desde 10.942 pesos por persona con impuestos incluidos. El traslado del aeropuerto de Fortaleza a Jericoacoara se puede hacer en 4x4 por 1.448 pesos (para cuatro personas) o en ómnibus público más jardinera por 110 pesos por persona. Muchos servicios se pueden contratar directamente en el aeropuerto de Fortaleza. 

PASEOS: la temperatura ronda los 30 grados durante todo el año. La temporada de lluvias es de marzo a fines de mayo. Julio es la época ideal para disfrutar de las piscinas de agua dulce que se forman en medio de las dunas. 
ALOJAMIENTO: en las agencias de Córdoba se venden paquetes por ocho noches en Jericoacoara: Pousada Naquela Jericoacoara, 7.098 pesos; Pousada Blue Jeri, a 5.670 pesos. Precio por persona, incluye desayuno.

GASTRONOMÍA: variada oferta de bares y restaurantes, donde las estrellas de la cocina son la langosta y los pescados del día. Hay otras opciones donde se ofrece comida tailandesa, japonesa, vegetariana, española y argentina. Langosta grillada para dos personas: 580 pesos y pez grillado (según la variedad), 89 pesos; todos los platos incluyen guarnición. Los precios de una caipiriña no superan los 35 pesos; una cerveza, 29 pesos; jugo de coco helado, 25 pesos.

MÁS DATOS: 

www.jericoacoaraturismo.com.br







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