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Los Gigantes, el gran balcón a las Sierras

  Ubicado en el valle de Punilla, el cerro es el lugar ideal para escaladores y para los amantes del “trekking” y la aventura. Hay valles, ríos subterráneos y vistas imponentes. Los accesos son privados, y para ingresar se requiere una reserva previa.


El macizo de Los Gigantes, en el valle de Punilla, es de esos lugares a los que hay que visitar, al menos, una vez en la vida.

El cerro, un basamento cristalino de una sola pieza del período precámbrico, se eleva a 2.400 metros sobre el nivel del mar. Es imponente, de una belleza y una magnitud impactantes. Además, es uno de los últimos reductos de cóndores y tabaquillos del mundo.

En un trekking por el valle de Los Lisos, un paraje de más de 800 hectáreas en los campos denominados Batán sudoeste y noroeste, es posible descubrir un paisaje a cada paso.

Cuevas, ríos subterráneos, arroyos encajonados, vertientes, cascadas, quebradas y valles de verdes cañadas, majestuosas como un tapiz en las alturas, se presentan en diversos circuitos a los que se puede acceder a pie por senderos con distinto grado de dificultad.

Los campos son privados y el ingreso tiene un costo. Antes de viajar es imprescindible llamar por teléfono y reservar on line para la contratación del seguro. El trekking cuesta 150 pesos en el valle de Los Lisos más el guía (que cobra por grupo), lo que supondría entre 50 y 100 pesos más según la cantidad de gente que se sume a la caminata.

Los Gigantes se ubica a 82 kilómetros de la ciudad de Córdoba, y a 28 kilómetros de la localidad de Tanti. Desde Tanti, el viajero debe tomar un camino de ripio, en regular estado de mantenimiento.

La ruta de por sí ya es interesante y bella. Después de pasar El Durazno, Rancho Alegre, Mataderos y El Alto se llega al pie del macizo.

Además de los refugios para acampar, en determinadas zonas, también hay, ahora, una posada de montaña, que ofrece hospedaje de acantonamiento, excursiones y caminatas, con guías profesionales.


Los Gigantes ofrece una gran variedad de actividades: cabalgatas, caminatas, avistajes, observación de flora y escaladas. Hay casi un centenar de rutas para escaladores, con diferentes grados de dificultad. Los Gigantes es, además, la cabecera de la cuenca de dos ríos que desembocan en el lago San Roque.


Un mirador estratégico
Desde Los Gigantes, la vista es increíble. Es un mirador desde el que se puede divisar, hacia el sur, la Pampa de Achala y el cerro Champaquí; al este, el valle de Punilla y el cordón de las Sierras Chicas; al oeste, los volcanes, la Pampa de Pocho y el valle de Salsacate y al norte, las cumbres de Gaspar, pampas de San Luis y Cuchilla Nevada.

Es un paraíso natural donde se pueden avistar aves y observar a los animales en su hábitat, apreciar los amaneceres y las puestas del sol. También es posible realizar caminatas nocturnas para contemplar un cielo en que la Vía Láctea parece estar al alcance de la mano.

En la zona, los pobladores y emprendedores privados aseguran que trabajan con la premisa del turismo responsable, selectivo, que aprecie el lugar, que cuide el ambiente. Allí es posible disfrutar de un turismo alternativo y de aventura.

“Contamos con 37 sendas con diferentes niveles de dificultad, pero todas invitan con algo distinto, paisajes diversos y mucha aventura. Estos senderos, todos señalizados, con tracks para GPS y con estacas identificando las sendas, respetan los estándares internacionales, con el único propósito de quienes las transitan se sientan seguros”, plantea Lorena Brandolín, del Valle de Los Lisos.

La zona de Los Gigantes está incluida en el corredor turístico “Huellas de nuestro pasado”, que se inscribe dentro del plan noreste, que coordina la Agencia Córdoba Cultura.

Los prestadores turísticos trabajan en conjunto como una forma de impulsar el lugar.

Además, todos ofrecen servicios distintos. Hay refugios de montaña y sitios para acampar en la base del cerro.


Cóndores y tabaquillo
Los Gigantes es un excelente lugar para encontrarse con la naturaleza. Los folletos turísticos de la zona resaltan las bondades de su flora y fauna: cóndores, jotes, halcones, águilas, zorzales, tordos, vencejos o pájaros carpinteros. También reptiles, como las “ranitas de colores” y la “lagartija luminosa”.

En cuanto a la vegetación, escondido entre quebradas, y como estrella del lugar, crece el tabaquillo, especie endémica. Tiene corteza de color rojizo acaramelado, brillante que se deshoja en láminas. Desde hace casi 20 años, se comenzó la reforestación de esta especie.