Denuncian intento de intimidación a colaboradora del refugio Colitas tras mostrar inundaciones.
Monte Maíz atraviesa una nueva polémica institucional que mezcla el accionar del Ejecutivo municipal, la sensibilidad social frente al cuidado de los animales y la sospecha de hostigamiento a quienes exponen las falencias de la gestión.
Silvia Villegas, vecina y colaboradora histórica del refugio municipal de perros “Colitas”, denunció haber recibido una notificación oficial que, según interpreta, busca intimidarla tras la difusión de videos en los que se mostraban las graves consecuencias de la inundación del refugio luego de las últimas lluvias.
Villegas forma parte del grupo de mujeres que desde hace años sostiene la tarea solidaria de alimentar, vacunar y cuidar a los animales callejeros, mucho antes de que el municipio sancionara la ordenanza que convirtió al espacio en un refugio oficial. Sin embargo, ante la emergencia que dejó bajo el agua a decenas de canes, el Ejecutivo no intervino para prevenir o mitigar el desastre, situación que indignó a voluntarios y vecinos.
En paralelo a esa crisis, Villegas recibió una notificación municipal acusándola de arrojar basura en la vía pública. Ella respondió públicamente a través de su cuenta personal de Facebook:
“Hace tres meses que no pasa el camión recolector y yo estoy al día con mis impuestos. En esa cortada vive más gente y solo a mí me notificaron. ¿Qué les pasa conmigo? Eso viene del refugio. Jamás voy a abandonar a los animales, me importa su vida”.
El mensaje generó amplia repercusión en la comunidad, donde no pocos interpretan la medida como un intento de acallar voces críticas. La denuncia de Villegas se suma a otras situaciones en las que vecinos y referentes sociales afirman sentirse presionados o desalentados a expresar públicamente reclamos que puedan incomodar al Ejecutivo.
La controversia desnuda un doble problema: por un lado, la precariedad del refugio municipal que, a pesar de estar bajo responsabilidad estatal, continúa dependiendo del esfuerzo voluntario de particulares; por otro, la utilización de herramientas administrativas que, según señalan los afectados, terminan teniendo un sesgo disciplinador más que de control ciudadano.
Mientras tanto, los animales del Refugio Colitas siguen necesitando alimento, atención y condiciones dignas. Y los vecinos, garantías de que reclamar o mostrar lo que ocurre en la localidad no se transforme en un motivo de persecución.
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