-->
no fucking license
Bookmark

Belgrano íntimo: el prócer que pensó un país que no llegó a ver


La profesora Marcela Pizzolatto repasa la figura de Belgrano con una mirada histórica, crítica y reveladora. A 20 de junio, una charla para comprender a fondo a Belgrano y el nacimiento de la bandera argentina.


En este 20 de junio, Día de la Bandera, la profesora de historia Marcela Pizzolatto ofreció una extensa y profunda reflexión sobre la figura de Manuel Belgrano, abordando tanto su dimensión pública como los aspectos más humanos de un prócer cuya vida aún interpela.

Durante la charla en Sintonía, Pizzolatto propuso ir más allá de las efemérides tradicionales y analizar a Belgrano en el contexto político, económico y social de su tiempo. Hijo de una familia acomodada de Buenos Aires, Belgrano nació en 1770 y, como muchos jóvenes de su clase social, pudo acceder a una educación superior en Europa. Allí se formó en derecho en la Universidad de Salamanca y absorbió las ideas liberales en plena efervescencia revolucionaria.

Inspirado por el pensamiento económico de fisiócratas como Quesnay y autores como Adam Smith, su mirada se orientó hacia la transformación productiva y la educación como motores del desarrollo. Al regresar al Río de la Plata, y ya en el Consulado de Buenos Aires, se dedicó a impulsar propuestas innovadoras para el progreso de la sociedad colonial, muchas veces chocando con los intereses de las élites.

En la Revolución de Mayo de 1810, Belgrano fue uno de los protagonistas del proceso independentista. Aunque no tuvo un rol destacado en el Cabildo del 22, formó parte de la Primera Junta y pronto fue enviado a campañas militares para asegurar la adhesión del interior. Derrotado en Paraguay pero luego victorioso en Tucumán y Salta, su legado militar es tan complejo como su visión política.

Uno de los pasajes más recordados de su carrera es la creación de la bandera nacional en Rosario, inspirada en los colores celeste y blanco, posiblemente vinculados a la Casa de Borbón. Sin embargo, su emblema fue inicialmente rechazado por el Triunvirato y solo más tarde reconocido como símbolo patrio.

Marcela Pizzolatto también abordó aspectos menos difundidos de su figura, como su impulso a una monarquía constitucional criolla encabezada por un inca, defendida en el Congreso de Tucumán. Lejos de un pensamiento conservador, Belgrano veía en ese modelo una herramienta para evitar el caos de las guerras civiles y otorgar estabilidad política al naciente país.

No faltaron en la charla referencias a sus relaciones personales y su postura frente al lugar de la mujer y los sectores vulnerables. Padre de dos hijos extramatrimoniales —Pedro Rosas y Belgrano y Manuela Mónica—, sus decisiones afectivas también fueron atravesadas por las restricciones sociales de la época. Aún así, en su lecho de muerte pidió que lo poco que le quedaba se destinara a su hija Manuela, y donó su premio en dinero para fundar escuelas.

La historiadora subrayó que Belgrano, al igual que otros próceres como Castelli, Güemes o San Martín, tuvo una vida breve, signada por enfermedades, exilio, incomprensión y soledad. Sin embargo, su legado fue profundo: luchó por la educación, la equidad y la independencia en una época sin garantías, sin tecnologías, y muchas veces sin recursos.

Para Pizzolatto, hablar hoy de Belgrano no debe ser un ejercicio vacío de solemnidad, sino una invitación a repensar los valores fundacionales del país. En tiempos donde la política muchas veces se aleja del ideal de servicio, rescatar el compromiso, la formación y la entrega de quienes pensaron una Argentina aún inexistente se vuelve un acto de justicia histórica.

“Esta gente estaba guiada por principios, por el bien común. Por eso fueron grandes. Por eso hoy son próceres”, concluyó.


 

Publicar un comentario

Publicar un comentario

Para comentar anónimamente debe seleccionar en la pestaña (Anónimo) ubicada al lado de "Comentar como:" Muchas Gracias!