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Para el Inta, Argentina podría aumentar hasta 40% su producción de carne


Desde el Instituto sostienen que una vaca tiene menos valor de mercado que una vaquillona cuando la calidad de la carne es igual o mejor. Por eso, se podría engordar hasta 120 kilos más un animal.


Una tipificación que valore el producto por sobre la res permitiría ganar hasta 120 kilos más por animal, sin perder calidad. Esa es la principal conclusión a la que llegan especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) que junto, al Ministerio de Agroindustria de la Nación, presentaron una propuesta para potenciar al sector ganadero en el marco de la 9° Jornada de Actualización en Genética Bovina desarrollada en la Exposición Rural de Palermo.

El análisis parte de que el negocio actualmente se enfoca en reses “chicas”, como consecuencia de un sistema que califica a los bovinos según el grado de engrasamiento –o cobertura–, la categoría animal –vinculada con la edad y el peso– y la conformación. Para Aníbal Pordomingo, coordinador del Programa Nacional de Producción Animal del INTA, “estamos faenando animales muy pequeños en edad pero, a su vez, de muy bajo peso y pretendiendo vender la calidad a través de una categoría muy joven”.

Para el especialista, estos parámetros están desactualizados porque se basan “en un sistema pastoril, donde la energía está condicionada por la calidad del pasto” mientras que actualmente los planteos que se encuentran en expansión tienen en cuenta un mayor uso de grano y mayor intensificación.


Ejemplos
El principal ejemplo es el de las vaquillonas: generalmente se faenan animales de 320 a 350 kilos, porque si los supera, pasa a la categoría de vaca, donde el precio de mercado es menor. Sin embargo, en los sistemas de alimentación actuales, la carne de una hembra de 420 a 450 kilos, tiene la misma calidad o mejor. “En esa categoría, por ejemplo, se podrían producir 100 a 150 kilos más de carne, como hace el resto del mundo, por encima de lo que se produce actualmente y con el novillito a novillo, lo mismo”, precisó Pordomingo.

El problema es que la tipificación actual no premia al ganadero por producir más por animal, entonces éste se destina a la faena con menor peso y, así, se pierde la oportunidad de vender más kilos. “Podemos producir posiblemente 30 o 40 por ciento más de carne en el país con un sistema que no castigue a animales 100 kilos más pesados en todas las categorías”, indicó el experto.

Local y exportaciones
Un cambio de tendencia de este tipo es clave, según Pordomingo, para poder cumplir con el deseo de incrementar las exportaciones sin afectar un consumo interno que se mantenga en torno a 50-55 kilos de carne por habitante al año. “La demanda internacional de carne de calidad se orienta, en general, hacia cortes de mayor tamaño, peso y grado de terminación y homogeneidad, que los producidos en los últimos años, dirigidos hacia un mercado doméstico, acostumbrado a medias reses pequeñas y heterogéneas”, expresó Pordomingo.

“Prácticamente en el mundo el único que quedó utilizando este tipo de estrategia es la Argentina porque eso hace que seamos bastante ineficientes en la producción global de carne. Los sistemas pastoriles, frecuentemente exceden los dos años de edad a la faena, pero los de suplementación y los de terminación a corral son modelos muy estables porque raramente superan los tres años de edad a faena y son centrales en los negocios de exportación”, observó.

Más eficiencia
Martín García Fernández, presidente del Foro Argentino de Genética Bovina, coincide con Pordomingo en que el sistema actual es muy antiguo y no diferencia calidad. “Más allá de la tipificación por categorías, que fue muy útil y sigue teniendo aplicación práctica, es necesario, de manera progresiva, ir incorporando aspectos que la industria señale como útiles a la hora de integrar una res”, aseguró.

La modificación que se está debatiendo debería “lograr transparencia y formalidad en todos los segmentos para que la industria sea competitiva, tanto en mercado interno como externo”, señaló. “Los productores requieren que el sector frigorífico les señale cuál es el producto más demandado y mejor pago en el mercado, desde tamaño de corte, cobertura, terneza, marmoreo”, manifestó.


“Si el sistema de tipificación establece premios sobre los estándares promedio, será un incentivo excelente para incorporar genética y manejo adecuados a esa realidad. Una nueva tipificación daría sustento a nuevas mediciones a incorporar, tanto en las Diferencia Esperada entre Progenies (DEPs), como en la selección genómica, agregadas a las características de carcasa que actualmente medimos”, aseguró.







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